Gorro Mari Domingi Ver más grande

Gorro Mari Domingi / Lamias - Carnaval Rural.

54001A

Nuevo producto

Gorro de tela blanco de Mari Domingi, el gorro tiene una goma en la parte trasera que se ajusta a la cabeza, y si lo ves grande le puedes hacer una puntada porque es de tela, en la parte superior lleva un relleno y se queda tieso. La altura del gorro es de 30 cm.

Talla gorro: Standard , unica.

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21,45 €

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Según la leyenda Olentzero fue un niño huérfano abandonado en el bosque, al cual encontró Amalur (la madre tierra).

Amalur sabía que cerca de ese bosque vivía una pareja de campesinos muy trabajadores y muy buenos y decidió dejar al niño con ellos para que le criaran.

Pasaron los años, Olentzero creció feliz con la pareja de campesinos y cuando fue adulto se hizo carbonero.

Cuando tenía ratos libres de su trabajo de carbonero le gustaba bajar al pueblo a saludar a los vecinos y pasar por casa de unos niños huérfanos a llevarles regalos ya que era muy generoso.

Una tarde cuando bajaba hacia el pueblo se dio cuenta de que salía humo de la casa de los niños huérfanos y corrió hacia allí para ayudar. Entró a la casa que ardía en llamas y sacó uno a uno a todos los niños que estaban dentro, pero al rescatar al último de ellos, cayó desplomado a la puerta de la casa.

Amalur que vio lo sucedido decidió convertirlo en inmortal por su valentía y generosidad y para que pudiera cuidar de los niños para siempre.

Desde que esos niños se hicieron mayores, Olentzero cuida de todos los niños y una vez al año les lleva regalos en el solsticio de invierno.

 

Años más tarde, conoció a Mari Domingi, una mujer campesina muy generosa que vivía en un caserío cercano y también “mágica” como él. A pesar de no saber mucho de la historia de Mari Domingi y de que no quieren aclararnos cuál es el vínculo que les une, sabemos quelos 2 comparten la alegría de hacer felices a los niños yendo a saludarles a sus casas acompañados de regalos. 

Mitología vasca

En la mitología vasca, las lamias (lamiak o laminak) son genios mitológicos a menudo descritos con pies de pato, cola de pescado o garras de algún tipo de ave. Casi siempre femeninos, de una extraordinaria belleza, moran en los ríos y las fuentes, donde acostumbran a peinar sus largas cabelleras con codiciados peines de oro.​ Suelen ser amables y la única manera de enfurecerlas es robarles sus peines.​ Se cuenta también que han ayudado a los hombres en la construcción de dólmenes, cromlech y puentes.​

A veces se enamoran de los mortales, pero no pueden casarse con ellos, pues no pueden pisar tierra consagrada. En ocasiones tienen hijos con ellos. En otras leyendas son mitad humanos y mitad peces. Otras dicen que no son más que la diosa Mari.

Cuenta una leyenda que una vez una mujer le robó el peine de oro a una lamia, y ésta, enfurecida, trató de maldecirla, pero no lo logró, puesto que sonó la campana de la iglesia y eso la salvó.

En numerosas localidades españolas, especialmente del sureste de la Península, el mito de las lamias se adapta en la Leyenda de la Encantada, mientras en el norte se encuentra en las anjanas o xanas.

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